Como ya sabemos, todas
las lenguas presentan entre sus distintas variantes la denominada estándar, aquella que es generalmente comprendida por todos los hablantes de
una determinada lengua y que normalmente es utilizada con gran frecuencia por
los medios de comunicación o por los docentes en las escuelas. No obstante,
en las distintas lenguas que están presentes por todo el mundo existen, además
de la ya citada estándar, otras variedades lingüísticas, que se caracterizan
por una serie de rasgos comunes dentro de un determinado colectivo de
hablantes. Entre ellas, debemos destacar las siguientes:
· Variedades diatópicas: están presentes dentro de un grupo de hablantes
de una misma lengua situados en distintos puntos
geográficos. Entre los hablantes de lengua castellana de la península ibérica podemos citar la casi inexistente diferenciación entre los fonemas /s/ y /z/ en la mayor parte del territorio andaluz (palabras como lazo y laso o zeta y seta son pronunciadas prácticamente de la misma forma), lo cual no
está presente en otros territorios como el País Vasco o Galicia. Otro ejemplo radica en las diferentes maneras que hay para nombrar determinados objetos en el castellano de
España y en el hablado en territorio sudamericano: al vehículo
que en España se le llama coche, en
México lo llaman carro y al objeto
que en Argentina llaman celular en la península ibérica se le denomina teléfono móvil.
· Variedades diastráticas: están condicionadas por el grupo o estrato social en el
que se encuentra insertado el hablante o el ambiente en el cual se desenvuelve.
Un ejemplo claro podrían ser las conversaciones que se dan en distintos ámbitos
laborales. No es lo mismo una conversación entre trabajadores de la
construcción, los cuales tienden a tener un nivel académico básico (obreros,
albañiles…) y la que pueden mantener los banqueros, los cuales suelen contar con un
nivel académico superior.
· Variedades diafásicas: son
los distintos cambios que se dan en el registro o el estilo dependiendo de la
situación comunicativa del hablante o de su intención en un determinado
momento. Una persona, por lo general, no se dirige a un amigo en un ambiente festivo de la misma forma que lo haría
si la persona con la que estuviese dialogando fuese el presidente del gobierno. Mientras que en el primer caso haría uso de un registro coloquial en el segundo se dirigiría a su interlocutor de una forma más culta o formal.